La rutina, el trabajo, las exigencias, las prisas tienden a encender lo que a mi me gusta llamar “el piloto automático”. Éste nos lleva a funcionar, como su propio nombre indica, de forma automática. Para cada persona esto supondrá un modo concreto de hacer las cosas, pero suele estar relacionado con “lo correcto”, “lo que se espera de mi”, “lo que se supone que debo hacer” … etc.
Este piloto automático suele exigirnos llegar y cumplir con todo, pero en raras ocasiones se pregunta si en ese momento tu estás para cumplir con lo que toca.
Así, los días van pasando, vas cumpliendo con todas tus funciones… hasta que llega un día en el que parece que “tu cuerpo peta”, no puedes mas y tienes la sensación de no poder con nada. ¿Te suena esta situación?
El piloto automático nos desconecta de nuestro cuerpo. No detectar y escuchar las señales que éste nos manda, nos hace continuar con el ritmo frenético de la vida sin quizá plantearnos si estamos haciendo cosas en nuestro perjuicio.
Aparecen los problemas para dormir, quizá problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, alteraciones en el apetito, quizá más discusiones con el entorno o mucho dolor muscular. Pero aún así, continuamos con toda la carga.
Seguimos poco a poco y en muchas ocasiones, pese a las circunstancias, nos extrañan todos esos síntomas. No conectamos que nuestro cuerpo, cuando lo que está haciendo es, avisarnos.
Todos esos síntomas, a los que podríamos añadir muchos más, como taquicardia, tristeza, dificultad para concentrarse… etc., no vienen para molestarte o para amargarte la existencia. Igual que cuando un músculo se rompe nos está avisando de que tenemos que revisar nuestro tobillo quizá y guardar reposo, las emociones vienen a avisarnos de que nos estamos dejando de cuidar en ciertos aspectos.
Tu cuerpo se va a comunicar de diferentes formas contigo. Empezará de forma tranquila y dando alguna señal. Si le escucha y lo atiendes, no necesitará continuar con su discurso. Sin embargo, si no le hacemos ni caso, tendrá que ir ganando en intensidad para ver si logra ser escuchado.
Tu cuerpo, tus emociones, son tu brújula. Éste será el que tenga la información sobre lo que necesitas y sobre lo que te viene bien. En muchas ocasiones quizá no es cómodo escucharlo porque atenderlo supone salir de nuestra zona de confort, pero hasta que no lo hagamos, esos síntomas continuarán. Tienes la información que necesitas para saber para donde ir, qué decisión tomar o que camino comenzar, pero es importante que la escuches.
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La terapia es un buen recurso para todo el mundo, nadie es perfecto ni invencible. Quiero que tengas la libertad de dirigir tu vida, que recuperes tu tranquilidad interior para que vivas sin miedo al futuro y con energía para superar los problemas. Mi punto de vista como terapeuta te ayudará a ganar confianza y respeto para enriquecer el tuyo.
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