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Pautas para padres:
claves para una crianza positiva y saludable

La crianza es un trabajo a tiempo completo. Es un desafío constante que requiere de paciencia, flexibilidad y autoconocimiento. Te enfrenta a todo aquello que sentías superado o que quizá nunca pensaste que deberías superar.  Muchos piensan que, cuando se es padre o madre, lo que más se hace es enseñar. Sin embargo, los niños vienen para que seas tú quién aprende.

Uno de los aspectos que es importante conocer y que ayudan a entender y saber qué se puede exigir o esperar de los niños, es el desarrollo emocional que tienen. En consulta, es súper habitual escuchar quejas de padres por qué sus hijos no hacen una cosa o la otra, siendo el problema, no la rebeldía, sino que es niño o niña aún no está preparado para hacer aquello que le estamos pidiendo.

¿Imaginas que tu jefe te pidiera cada día tareas para las que tu no estás formado? Y ahora, ¿te imaginas que se enfadara contigo por no saber hacerlas?  Os niños se enfrentan a esto más veces de las que seguramente les gustaría. Conocer y saber qué puedo pedirles y para qué están preparados en cada etapa, va a ser runa pieza clave tanto en su desarrollo como en la relación que establezcamos con ellos.

Hoy en nuestro blog queremos explorar distintas estrategias para llevar a cabo una crianza positiva, respetuosa y sana, centrándonos en fomentar un ambiente de confianza y respeto, establecer rutinas adecuadas y comprender mucho a los más pequeños de la casa.

¿Qué es la crianza positiva? Un enfoque basado en la psicología del desarrollo

La crianza positiva es un enfoque educativo que se centra en el desarrollo integral del niño, considerando tanto sus necesidades emocionales como sus capacidades cognitivas en cada etapa del crecimiento. Se basa en la teoría del apego seguro, un concepto desarrollado por el psicólogo John Bowlby, que señala la importancia de crear un vínculo estable y confiable con los cuidadores principales. A partir de este vínculo, los niños adquieren la seguridad necesaria para explorar su entorno, aprender y desarrollarse social y emocionalmente.

Hoy en día este concepto genera bastante debate y, desde mi experiencia, está un algo mal entendido, en ciertas ocasiones. Me encuentro a padres y madres que confunden la positividad con la permisividad. Cuando hablamos de positividad no estamos hablando de que todo tenga que ser siempre agradable, fácil y positivo para el niño.

La positividad, desde como yo la entiendo y la trabajo en consulta,  tiene más que ver con entender al niño y establecer los límites necesarios, teniendo en cuenta toda su parte emocional y evolutiva. Tiene que ver con qué le puedo pedir a un niño, cómo le podemos acompañar.

 

Principios básicos de la crianza positiva:

  • Sensibilidad y respuesta: La atención a las necesidades del niño y una respuesta adecuada a sus señales refuerzan la seguridad emocional.
    • Se trata de estar conectado con el niño o niña. Poder estar presente para conocer a la persona que tenemos delante.
  • Disciplina no punitiva: La disciplina, la educación, debe ser orientada a enseñar, no a castigar. Esto implica ofrecer consecuencias lógicas y proporcionales que ayuden al niño a entender el impacto de sus acciones.
    •  Se trata de que poco a poco el niño o niña pueda ir entendiendo cómo funciona el mundo en el que vive. ¿Qué le quiero enseñar con este castigo? ¿realmente ese castigo va a enseñar aquello que quiero que aprenda? Te recomiendo que te formules estas dos preguntas antes de volver a “castigar” a tu hij@.
  • Refuerzo positivo: Alentar y reconocer las conductas adecuadas fortalece la autoestima y fomenta el comportamiento deseado.
    • Imagina que tu jefe o tu pareja solo te hablaran de aquello que no estás haciendo bien, o te corrigieran todo el tiempo. ¿un poco agotador no? Solemos pensar que los niños vienen al mundo a que los adultos les enseñemos a ser adultos y, por lo tanto, todo lo del mundo niños, aquello que a los adultos nos incomoda o no da más trabajo, tendemos a corregirlo. Los niños, niños son. No tienen que aprender a ser adultos, somos nosotros los que tenemos que permitirles ser y aprender como niños, no como adultos.

Por qué es importante:

La investigación psicológica ha demostrado que los niños educados en un entorno positivo desarrollan mejores habilidades para la resolución de conflictos, tienen una autoestima más alta y son más resilientes ante las adversidades.

Nuestras primeras relaciones, nuestra educación, son la base del adulto que somos.

La infancia es un periodo crítico para nuestro desarrollo. Son los pilares de la persona que seremos, cómo nos relacionaremos y el lugar que creemos ocupar en el mundo.

Cómo adaptar la crianza positiva a cada etapa de desarrollo

Cada etapa en la vida de un niño presenta desafíos y oportunidades diferentes. Desde la primera infancia hasta la adolescencia, es importante adaptar las estrategias de crianza para satisfacer sus necesidades específicas. En próximos post profundicemos más sobre la importancia de la crianza presente y los desafíos de cada etapa.

Tenemos que tener presente que, el objetivo y los retos, son diferentes en cada etapa.

Postparto (0 a 1 año) 

La protección de la diada (madre-bebe) durante esta época es lo más importante. En este primer año los retos y  aspectos con los que nos podemos encontrar:

  • Readaptación familiar con un nuevo miembro
  • Conocer nuevos roles como padre / madre
  • Gestión de la familia extensa
  • Promover el apego seguro con el bebé
  • Recuperación postparto de la madre
  • Ansiedad por separación
  • Cuestiones referentes al sueño y/o alimentación

 

Infancia temprana (1-3 años):

  • Empezamos a acompañar en el camino de la autorregulación emocional.
  • Empezamos a establecer rutinas.
  • Fomenta la exploración y la autonomía de manera segura.
  • Los padres y madres empiezan a tener que autorregularse para poder acompañar en el desarrollo emocional de los pequeños.

 

Preescolar (3-6 años)

  • Las rutinas les darán seguridad
  • Acompañamiento emocional
  • Mucho y mucho juego
  • Conocer a nuestro hijo: conocerlo permitirá que le “dejemos” ser.

 

Infancia media (6-12 años):

  • Refuerza la comunicación abierta y la solución de conflictos de manera respetuosa.
  • Fomenta el aprendizaje a través del juego y actividades en familia.
  • Regulación de las expectativas (académicas y extraescolares)

 

Adolescencia (12+ años):

  • Establece un diálogo constante, escuchando sin juzgar.
  • Fomenta la responsabilidad y la independencia, permitiendo que los adolescentes tomen decisiones guiadas.
  • Ir brindando cada vez más autonomía
  • Fomento de habilidades sociales

 

La importancia de las pautas claras y consistentes

Uno de los aspectos fundamentales de la crianza positiva es la coherencia. Los niños necesitan sentir seguridad en su entorno, y para ello, es esencial que las normas sean claras y que los padres actúen con consistencia. Esto no significa ser inflexible, sino tener la capacidad de adaptar las reglas según las circunstancias sin perder de vista los valores familiares.

Te vuelvo a plantear la misma pregunta; ¿qué tipo de adulto quieres que sea tu hijo o hija el día de mañana?

Si queremos que camine con paso firme, tenemos que prepárale el camino para ello. Ir contrayéndole un camino firme, coherente y seguro, permitirá que nuestro hijo camine con confianza y cada vez, aprendiendo más sobre el mundo que le rodea. Si por lo contrario, vamos poniéndole un camino en el que las baldosas están inestables, rotas, o cada vez son distintas, el niño o niña va a caminar con miedo, dudas o inseguridades.

 

 

Consejos para establecer pautas claras:

  • Antes de educar, piensa: ¿qué quiero que mis hijos aprendan?; ¿Qué es importante para mi?
  • Define los valores familiares.
    • Si tienes claro donde quieres llegar, encontraréis la manera. Comentemos el error de plantearnos mucho el cómo educar, cómo castiga, cómo lograr que sea respetuoso, conseguir tips, recursos.. . etc, cuando lo importante no el cómo sino DÓNDE.
  • Visualiza ese dónde y confía en ti , en vosotros como equipo padres y en tus hijos.
  • Sé un ejemplo para tus hijos, ya que aprenden observando tu comportamiento.
    • Volvemos a lo mismo, se coherente. No pretendas que tus hijos sean como niños, lo que tu no eres como adulto.
  • Mantén una comunicación abierta, explicando por qué existen ciertas normas y qué consecuencias tienen.
    • No tengas miedo a comunícate. Expresarte, negociar y hablar, en contra de lo que pensamos, no te quita autoridad. Al revés.
  • No pienses en términos de castigo, sino de consecuencias. ¿Qué buscas? ¿Corregir o enseñar?
 

Criar con amor y empatía

La crianza positiva no es un camino libre de desafíos, pero los beneficios son invaluables. Educar a nuestros hijos con amor, respeto y empatía les proporciona las herramientas necesarias para enfrentar la vida con confianza y ser adultos felices. Recordemos que, como padres, también estamos en constante aprendizaje, y lo más importante es ofrecer un entorno en el que nuestros hijos se sientan seguros, valorados y amados. Un niño no necesita ni un entorno, ni una madre o padre perfecto. No necesita que sus padres sepan de nutrición, sueño, alimentación y medicina. Necesita amor y mucha conexión. Invito a preguntarte si te estás exigiendo en la crianza y en qué dirección. Te invito a pensar y revalorar qué es lo verdaderamente importante y dónde estás invirtiendo tu esfuerzo y tu tiempo. Educar es aprender, es relacionarse con tu hijo y poder  conocerlo/a, permítete disfrutarlo.

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