Dar el paso de separarse es muy complicado y si hay hijos por medio aún lo es más. En consulta me suelo encontrar a padres con mucho miedo de perjudicar a sus hijos con la separación y en algunos casos, éstos suelen ser el motivo por el que se decide continuar con la relación. Obviamente es una situación complicada y tanto niños como adultos deben adaptarse, pero un divorcio no tiene que ser necesariamente traumático para los hijos, siempre y cuando esté bien gestionado por los adultos y se trasmita seguridad y tranquilidad.
En este tipo de procesos, siempre trabajo con un objetivo principal: Proteger a los hijos del conflicto de pareja. No importa la edad que éstos tengan, 8 o 18. A pesar de que éstos aparentemente puedan tener la capacidad de entender o de ser intermediario entre ambos, en ningún caso podemos cargar a un hijo con los conflictos de sus padres, esto si acaba a largo plazo perjudicando al chico/a.
A continuación, vamos a ver algunos puntos fundamentales que yo suelo trabajar con las familias que vienen en esta situación para que así, podamos hacernos una idea de la línea que es buena seguir a la hora de afrontar la separación.
A los hijos, y aún más cuando son pequeños, hay que protegerlos del mundo adulto. Hace tiempo leí un ejemplo que me encantó. Éste decía que, para un niño pequeño, un divorcio equivale a sacar a Peter Pan de Nunca Jamás y meterlo en Wall Street. Los niños, que aún viven y creen en un mundo de fantasía, se enfrentan a esta cruda realidad, por lo que la fantasía sale por la ventana. Esto, como he explicado antes, no será traumático para el niño si está bien gestionado.
Si a Peter Pan lo lleváramos a Wall Street, se agobiaría si le dejáramos solo, le diéramos responsabilidades de adulto o le habláramos de conceptos que no está preparado parar entender. Sin embargo, si le acompañáramos, le explicáramos qué es lo que está viendo y le evitáramos el bullicio de gente o escuchar conceptos para los que no está preparado, el impacto para él de estar allí no sería tan grande. Estaría en un lugar desconocido, pero se sentiría protegido, acompañado y seguro.
Es muy importante diferenciar la pareja de la parentalidad. El conflicto que ha podido desencadenar la separación debe mantenerse al margen de los hijos. Ellos, necesitan una madre y un padre, no es bueno para ellos, ni necesario “juzgar” como han sido sus padres como marido o esposa.
En algunos casos los padres piensan que los hijos deben conocer el motivo de la separación, y se les habla de infidelidades, conflictos… etc. Mi recomendación en este sentido es clara: Esto no aporta nada a los hijos, más que la necesidad de posicionarse, aspecto que debemos evitarles. Él/Ella tiene el derecho de seguir queriendo y admirando a sus dos progenitores, por muy mal que gestionara la relación de pareja.
El conflicto de lealtades es muy habitual entre los hijos tras una separación y es importante trabajar para evitarlo. Debemos comprender la situación en la que se encuentran los hijos. Las dos personas más importantes de su vida de separan, y en situaciones con mucho conflicto entre ellos, quedándose él/ella en medio de ambos.
Es muy habitual que empiecen a tiene pensamientos como:
“Mama se va a enfadar si me voy con papa”
“Papa se va a quedar muy triste si me voy con mama”
“Papá se enfadará si lo paso bien con mamá”
“Mamá se molestará si le pido quedarme en casa de papá”
Cierto grado de estos pensamientos s muy habitual, por eso es tan importante saber que esto puede ocurrirles a los hijos y aportarles seguridad y tranquilidad para que quieran y se sientan libes con los dos progenitores. Cuando además hay conflicto y se les hace partícipe, el conflicto aún es mayor. Les estamos obligando a elegir y esto, para un hijo, es muy estresante.
Como ya sabemos, la seguridad y la tranquilidad son claves. Con la separación van a cambiar aspectos importantes de su vida, así que cuanto más se los podamos explicar a la hora de contarles la noticia, menos estrés para los hijos. Debemos dejar poco espacio parra la incertidumbre y la duda, y esto se consigue mejor si los adultos toman las decisiones organizativas y se las comunican a los hijos de forma que éstos puedan tener un plan sobre como va a ser su día a día a partir de ese momento.
Una separación no es fácil y todos los miembros de la familia sufren. Si estás pasando o vas a iniciar un proceso de separación y tienes dudas sobre cómo gestionarlo, no dudes en ponerte en contacto conmigo. En consulta acompaño a muchas familias en diferentes momentos del proceso, tanto a inicio de a separación como cuando ya se ha llevado a cabo y hay algo difícil de manjar. Mi recomendación es que la preparéis bien, tanto a nivel organizativo como emocional. Informarte de qué necesitan tus hijos y cómo hacerlo te permitirá transmitirles el apoyo, la seguridad y la tranquilidad que necesitas y así adaptaros de la mejor forma posible a la nueva realidad.
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La terapia es un buen recurso para todo el mundo, nadie es perfecto ni invencible. Quiero que tengas la libertad de dirigir tu vida, que recuperes tu tranquilidad interior para que vivas sin miedo al futuro y con energía para superar los problemas. Mi punto de vista como terapeuta te ayudará a ganar confianza y respeto para enriquecer el tuyo.
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